jueves, 18 de julio de 2013

De nuevo en ruta...

Al filo de la media noche. Como en todos los viajes. Al filo de la media noche es cuando siempre empiezo a hacer la mochila. Siempre juro que es la última vez, que la siguiente seré más previsor. Y siempre vuelvo a empaquetar camisetas, calzoncillos, gafas de buceo y navaja al filo de la media noche.
Mañana comienza un viaje al que llegué tarde y de rebote. Mi plan de verano era otro, pero no pudo ser en esta ocasión. Cuando el jefe de tripulación me confirmó que no había sitio en el galeón para mí, me sentí decepcionado, pero tardé diez segundos en ver la oportunidad: una aventura por Turquía con mis viejos camaradas Mario, Edu y Alfredo. Hacía mucho que no recorría mundo en compañía de mis amigos: con Alfredo, desde Tierra Santa hace un año y pico. Con Edu, desde Moscú hace dos años, y con Mario no viajaba desde Sicilia, allá por 2010, creo.
En fin, que media hora después de saber que no iba a navegar, mis compadres me habían hecho un hueco en sus macutos. Así da gusto, llegar a un viaje a plato puesto.
Por lo que sé, la ciudad de Estambul, de la que me enamoré en Navidad, y Galípoli serán los entremeses. Recorreremos luego la Capadocia, con sus ruinas y sus geográficas abruptas y pintorescas. Nos bañaremos en las aguas del Mediterráneo y veremos piedras, muchas piedras antiguas. Y poco más sé. Comenzaré a enterarme sobre el terreno, a partir de mañana, cuando aterricemos en un país tan poco cercano y tan lejano como es Turquía. Y cuando desvelemos sus misterios, siempre mirando de reojo al Este, a un horizonte desconocido y humeante, un terreno extraño que se abre más allá de sus fronteras: Asia. A un lado.

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